El término proviene del latín lux (‘luz’) + fero (‘llevar’) ‘portador de luz’) En la mitología romana, Lucifer es el equivalente griego de Fósforo o Eósforo (Έωσφόρος) ‘el portador de la Aurora’ proviene de la antigua dama oscura Luciferina.
Este concepto se mantuvo en la antigua astrología romana en la noción de la stella matutina (el lucero del alba) contrapuesto a la stella vespertina o el véspere (el lucero de la tarde o véspero), nombres éstos que remitían al planeta Venus, que según la época del año se puede ver cerca del horizonte antes del amanecer o después del atardecer.
No obstante, además del sentido grecolatino del término, Lucifer ya era identificado por la tradición veterotestamentaria con una estrella caída y, por añadidura, con un ángel. Un texto del profeta Isaías (Is 14.12-14) que aparentemente habla de un rey no creyente en el Dios hebreo Yahveh, podría estar contando el antiguo mito del ángel caído.
"¡Cómo has caído de los cielos, Lucero, hijo de la Aurora! Has sido abatido a la tierra dominador de naciones! Tú que dijiste en tu corazón; 'Al cielo subiré, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré en el Monte de la Reunión en el extremo Norte. Subiré a las alturas del nublado, y seré como el Altísimo."
En el cristianismo, el anticristo sería el antagonista (para algunos diabólico) de Jesús, relacionandolo con la bestia y su numero 666, así como con satanas
El uso de la palabra anticristo sólo aparece en las cartas de Juan, donde, por un lado hace referencia a la manifestación, prevista para el fin de los tiempos, y de un adversario decisivo de Cristo (1Jn 2:18), y, por otro, a la anticipación de esta manifestación en la acción de apóstatas que reniegan del cristianismo (2Jn 1:7).
Según las creencias cristianas el Anticristo aparecerá en la forma de un hombre controlado por Satanás, el enemigo supremo personal de Dios. Se le dan diversos nombres como el Hombre de Pecado, Hijo de la Perdición, la Bestia (según una equivalencia entre este personaje del Apocalipsis y el Anticristo), la Abominación Desoladora, etc.
Su aparición, según las explicaciones ad hoc del fundamentalísimo cristiano, se deberá a diversos factores como un auge mundial sin precedentes en materia de ocultismo, decadencia en la moral y los valores. Posteriormente perseguirá a aquellos que hayan sido dejados atrás en el Rapto de la Iglesia y que reciban la salvación de Jesucristo, en un periodo llamado «La Gran Tribulación», que será igualmente de proporciones siniestras y finalmente impondrá la Marca de la Bestia (el 666) (de nuevo, siguiendo el lenguaje simbólico del Apocalipsis).
Al final de su dominio en la Humanidad, el anticristo sería derrotado por las fuerzas celestes comandadas por Jesucristo, quienes lo lanzarán al lago de fuego.
Por otra parte, hay interpretaciones que no personifican al Anticristo, sino que lo identifican, basados en las palabras de Jesús en los Evangelios, solamente con muchos que se llamarán a sí mismos Mesías y salvadores, para san Juan en sus cartas, cualquiera puede ser un anticristo, siempre que su actitud (aún siendo cristiano confeso) vaya en contra de Cristo, lo cual cuadra perfectamente con el significado etimológico de la palabra Anticristo.